Patrick Blackett fue otra de las tantas personas que tenían la responsabilidad de examinar las operaciones aéreas del Coastal Command contra los submarinos alemanes.
Blackett buscaba cualquier explicación que aclarase el motivo por el cual sus aparatos obtenían un índice tan bajo de avistamientos y de estos, tan solo un uno por ciento de los casos daba como resultado un ataque contra un submarino. En una de las visitas a la sala de operaciones del Western Approaches, en Liverpool, Blackett hizo un cálculo de la cantidad de veces que se debería informar del avistamiento de un submarino. En un gigantesco mapa estaban detalladas las posiciones de aparatos y escoltas, así como las estimadas de aquellos submarinos de los cuales se tenía una pista de su paradero. De vuelta a Northwood contrastó los informes de las tripulaciones con sus cálculos teóricos. Los informes reales eran solo una cuarta parte de los esperados. ¿ Por que ?.
La razón se le escapó durante un tiempo, hasta que un oficial recién llegado preguntó. "¿De qué color son nuestros aviones?".
De repente Blackett lo vio claro. Los bombarderos del Coastal Command estaban pintados de negro, un color adecuado para las operaciones nocturnas sobre tierra. Sin embargo, ese color les delataba en un Atlántico Norte azul o cubierto de nubes. Primero usó modelos, después, aparatos reales. Encontró que un aparato pintado de blanco era visible a un 20 por ciento menos de distancia que uno negro. Además, se calculó que un aparato blanco sería capaz de avistar a un submarino un 30 por ciento más de ocasiones que uno negro, con lo cual aumentaría el número de ataques. En solo tres meses, todos los aparatos del Coastal Command empleados en operaciones antisubmarinas llevarían el blanco mate en todas las superficies excepto en la superior.